Finales de series.

Imagen de la calle Florida de Buenos Aires. Ese cartel en realidad no tiene nada que ver con la serie.
(Imagen de la calle Florida de Buenos Aires.
Ese cartel en realidad no tiene nada que ver con la serie.)

Ayer vimos el capítulo final de la cuarta temporada de la serie Dexter.

Un final duro, sin posibilidad de ilusiones. Un final que te hace irte a la cama con mal sabor de boca.

Cuando el capítulo ya te lo ha mostrado todo, cuando ya no quedan dudas, cuando todo es… perfecto, la serie vuelve a darte un mazazo psicológico y no sabes que pensar.

Hacía tiempo que no veía un final tan desesperanzador e incómodo. Pero, cuando pasan los minutos, y las horas, y uno lo asume, no queda más remedio que reconocer que la serie es fiel a si misma. Esta no es una serie infantil, no es un cuento de hadas, es una buena historia basada en la maldad de los humanos.

Baste decir que su protagonista es un asesino en serie y que es una de las mejores personas que aparecen en la serie, en comparación con el resto de los personajes (personajes que son bastante normales y realistas).

Por otro lado, hace unas semanas vimos el capítulo final de Los Soprano.

El capítulo final de los soprano es odiado o aclamado por todos los que los han visto. También es un final impactante e incómodo, pero no es duro. Es todo lo contrario. Es un final abierto a la esperanza, abierto a la imaginación. Uno puede tenerlo claro y asumir la tragedia, pero es voluntario, que no es poco.

A mi personalmente, el final de Los Soprano, no me gustaba al principio pero, cuantas más veces lo vi (son 2-3 minutos) y cuantas más explicaciones (subjetivas) de la gente fui leyendo, más me ha ido gustando. Hasta encantarme.

Son dos finales similares, pero completamente diferentes. Dexter no te deja opciones, y la que hay es molesta; Los Soprano te deja muchas, y eso te obliga a pensar y te incomoda.

Estoy convencido de que será poca la gente que haya visto las dos series y menos aún las que hayan visto en poco tiempo los dos finales pero, no me cabe duda, de que cada uno de ellos ayuda a valorar el otro.

PD: os dejo un final de Los Soprano explicado en youtube.
(No pulses si no quieres ver el final) http://www.youtube.com/watch?v=PRv2bO0fces

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París, París…

Este verano por fin me tocó conocer París, la capital de Europa, la competencia de Nueva York. La ciudad a la que todo el mundo criticaba mis reticencias por visitarla.

Ahora ya he ido, ya puedo opinar… con conocimiento.

París está bien. París, como centro cultural, creo que es inmejorable y ciertamente tiene muchos sitios bonitos y miles de cosas que ver pero no, no me parece: maravillosa, ni grandiosa, ni el sitio que uno no se puede perder (a no ser que sea para poder hablar de ella sin que le critiquen a uno por no conocerla).

A parte claro está, que está llena de franceses, algo que, para un paleto arcaico como yo, resulta incómodo. Por no hablar de que cuando no hay franceses es casi peor, dada la cantidad de turistas (que no extranjeros) que circulan por allí.

Lo que más me gustó, la Torre Eiffel de noche y su vista desde la Plaza de Trocadero.

Lo que más me decepcionó, lo chica que es la Torre Eiffel. Sí, chica, comparado con lo que yo me esperaba. Yo esperaba un auténtico mastodonte, algo grandioso y descomunal que me hiciese sentir pequeño. Nada de eso. Es muy bonita de noche, pero si te quieres sentir pequeño ponte debajo de cualquier rascacielos mediano de Nueva York.

Como cosas curiosas y menos típicas: las catacumbas, realmente impactantes; y los jardines de Boulonge, verdaderamente un bonito bosque en la ciudad.

Como comparaciones odiosas:

– Que por el centro de París lo que más hay son turistas y franceses que viven de ellos, pero pocos que hagan su vida allí. Mientras que en Londres, por ejemplo, hay turistas, pero también hay mucha gente autóctona o extrajera haciendo su vida allí.

– Y que todo está muy separado, porque París es muy grande; mientras que Lisboa o Praga, ciudades que también tienen mucho encanto y mucha historia, tienen todo más juntito. Aunque para hacer justicia hay que decir que desde luego ninguna de esas ciudades tiene tantísimos monumentos tan bien pensados y diseñados como París.

Y si hablamos de precios y de cercanía… un fin de semana en Lisboa, es la mar de agradable, relajante y encantador y está a un tiro de piedra.

Saludos.

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Chucki, nuestra mascota por dos días.

Este verano hemos tenido una “simpática” mascota durante dos días.

El jueves 29 de agosto, ya de noche, estaba yo sentado en la silla del ordenador cuando vi un pájaro volando por el salón. Resultó que no era un pájaro, sino que era nuestro batman particular.

Cuando ya me acerqué a gatas por el salón vi que no, que tampoco era el superhéroe, sino un simple murciélago de verano, bastante bien criado por cierto, que se nos había colado en casa.

Tras observarlo un rato, y tirarle unas cuentas fotos, el murciélago, que parecía más nervioso que nosotros, se calmó y se enganchó bocabajo detrás del mueble del salón. Aprovechamos y abrimos todas las ventanas esperando que saliera por la noche mientras dormíamos.

Por supuesto, a la mañana siguiente seguía allí la mar de a gusto, exactamente en el mismo sitio. Me miró un poco y le faltó pedirme el desayuno.

El resto del día lo pasó bastante tranquilo, hasta por la tarde, que se me ocurrió darle un cachito de pollo enganchado en un alambre (era la carne más pequeña que se me ocurría que se podría parecer a un insecto).

Al acercárselo el bicho empezó a hacer ruido y a tirarle bocados de ataque, no sin cierta gracia porque parecía que a cada bocado que daba se replanteaba si seguir atacándolo o saborearlo.

Finalmente, harto de que yo lo molestará intentando alimentarlo, se puso otra vez a volar por el salón, hasta que descubrió lo bien que se estaba dentro del conducto del aire acondicionado

Esa noche dejamos todo abierto y nos fuimos a una boda. Al llegar, efectivamente, nuestro chucki (como lo habíamos bautizado por la mañana), ya no estaba.

Pero error, lo que pasaba es que se ve que el bicho se aburría volando solo y hasta que no llegamos nosotros no se decidió a salir de nuevo a hacer vuelos rasantes por la casa.

Dado el cansancio que teníamos, optamos por echarle una toalla por encima en pleno vuelo y soltarlo desde la ventana para poder despreocuparnos de él al día siguiente.

Fue curioso lo del bichito porque, cuando le di pollo no quiso comer, pero cuando lo echamos por la ventana tuvimos que cerrarla porque se empeñaba en volver.

Saludos.

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Una persona sensata: Pedro Cavadas.

De vez en cuando uno se encuentra entrevistas de personas sensatas y con las ideas muy claras.

Hace poco me encontré un ejemplo de una de estas entrevistas en un suplemento dominical que me habían prestado (XL Semanal del ABC del 25 de julio de 2009).

Os dejo los enlaces a las versiones digitales de la Web de XL Semanal y, por si los quitan, el enlace a para descargarlo en pdf.

– Enlace Web al artículo en versión imprimible.

– Enlace al artículo en la Web de XL Semanal.

– Enlace para descargar el artículo en pdf.

Estoy convencido de que merece la pena dedicar 20 minutos a leer la entrevista de este cirujano.

Saludos.

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Plan E ¿de qué sirve darle tanta publicidad?

En estas vacaciones no he pasado por ni un sólo pueblo o aldea, por pequeño que sea, en el que no haya visto al menos un cartel de Plan E del gobierno.

Consultando un poco (http://es.wikipedia.org/wiki/Ciudades_espa%C3%B1olas), veo que en España hay 8.112 municipios. Considerando que a veces un municipio engloba a varias poblaciones (no todas las poblaciones tienen ayuntamiento), considerando que sólo en los más pequeños he visto un sólo cartel y considerando que en casi todas las ciudades hay un montón de carteles; no me parece nada excesivo estimar que debe haber al menos 5 carteles por municipio.

Si además estimamos un precio de 1.000 euros por cartel para su impresión, andamiaje, cimientos, mano de obra para colocarlo, etc.

Me salen estas cuentas: 8.112 x 5 x 1.000 = 40.560.000. Es decir, más de cuarenta millones de euros sólo en carteles.

Ojalá me esté equivocando en algo pero, como este sea el nivel de derroche de una campaña destinada a incentivar la economía, no quiero ni pensar en el dinero que se debe estar malgastando en el total de la campaña.

Y, en cualquier caso ¿porque hay que gastarse dinero público, aunque sea menos de lo que me salen con esas cuentas, en dar publicidad a la procedencia de esas obras? ¿no habría que ahorrar?.

Saludos.

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Equipos de hombres

Esta Semana Santa no he visto muchas cofradías, sólo un par de ellas. Sin embargo me ha vuelto a la mente un pensamiento sobre el que ya había meditado varias veces: la fuerza del grupo de costaleros.

No me refiero al esfuerzo que hace cada uno para llevar el paso, me refiero a la fuerza total que tiene el grupo.

Cuando veo menearse en volandas esas imágenes con su armazón de madera, guiados por la fe ciega en el capataz, me asombro por la potencia de sus andares. Especialmente, en los pasos lagos y decididos que suelen dar tras una chicotá. Me pregunto ¿qué pasaría si chocaran con algo?. No que pasaría si roza una tulipa con un balcón o si dan levemente con una rama de un árbol, no. Lo que me pregunto es ¿qué pasaría si el capataz da la orden de avanzar y arramplan con lo que haya por delante, coches, personas, o lo que sea? ¿qué capacidad de choque tiene eso?.

Me asombra la fuerza que puede conseguir un grupo de hombres bien coordinados y no encuentro muchos ejemplos similares, ni actuales ni pasados.

No son un equipo de fútbol donde de forma coordinada el trabajo es individual; ni un grupo de pescadores de 5 ó 10 personas tirando de una red. No, me refiero a 30 ó 40 personas haciendo fuerza de forma conjunta.

Así, de primeras, sólo un ejemplo me parece realmente similar y es el de un grupo de soldados antiguos o medievales empujando un ariete, todos a una, contra una puerta o un muro.

Antes cuando lo veía en las películas de vikingos pensaba -esa puerta del puente levadizo no se rompe tan fácil-, ahora, después de observar un poco a los costaleros, me imagino con que facilidad dejarían un coche chato tras darle dos o tres empellones usando el paso como plataforma.

No sé ¿qué opinan ustedes? ¿se les ocurren más ejemplos actuales o pasados donde un grupo de hombres utilice su fuerza al mismo tiempo y de forma coordinada?

A mí, además de los soldados, sólo se me vienen a la mente los antiguos esclavos acarreando piedras, ya sea en las pirámides, en la muralla china o en el imperio azteca. Y, de forma más reducida, los bomberos en algunas ocasiones.

Anímense y comenten un poco.

Un saludo.

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Añado aquí una respuesta al comentario de Jesús. (Ver comentarios.)
Creo que merece la pena ponerlo debajo del artículo para que no hay malentendidos.
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La verdad, Jesús, es que ni por asomo he escrito el artículo como algo despectivo.

Es más, a mi sí que me gusta bastante la Semana Santa, aunque para nada sea por una creencia cristiana o religiosa. Y, ciertamente, me llena de sentimiento ver las imágenes moverse de forma tan coordinada.

Y por eso mismo me llama más la atención que hoy día haya tan pocas actividades humanas donde tantos hombres empleen su fuerza de forma coordinada para hacer algo que, además, es por voluntad propia.

Quizá debí dejar más claro en el artículo que los comentarios sobre la fuerza de los costaleros eran algo independiente del resto de sentimientos.

Un abrazo.

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