Don Quijota

Hace años conocí una chica a la que yo llamaba Don Quijota. Luchaba constantemente contra todo.

Es cierto que el nombre no suena bonito, pero representa perfectamente la imagen de cómo yo la veía a ella. Quitando la fealdad del apodo, Don Quijota tenía todo lo que yo esperaba en aquel momento de una posible pareja: inteligente, había vivido en varios países, hablaba inglés perfectamente (y no como yo), era independiente y se desenvolvía completamente sola sin problemas, tenía una hija pequeña y sí, era de ascendencia latina y era atractiva. Que luego hubiese podido haber algo más o no, ya no dependía solo de esas cualidades, sino de cuestiones emocionales menos objetivas. Pero esas cualidades las tenía.

Una de las veces que quedamos yo le conté una anécdota que me había sucedido hacía varios años en un centro de salud del Polígono Sur de Sevilla. (La zona más conflictiva de la ciudad.)

En la anécdota yo le comentaba a Don Quijota como en ese centro de salud siempre había seguridad en la puerta (ya no recuerdo si privada o por policía nacional). Le contaba como ese día, en la sala de espera, estaban un padre y una madre con su hija pequeña. La niña tendría cuatro , cinco o seis años. La familia era de otra etnia (cada uno que piense lo quiera). Y el padre le estaba enseñándolo a la niña a decir “tú me comes la polla a mí”. Así tal cuál. -Venga hija repite “tú me comes la polla a mí…”.-

No era una agresión sexual del padre hacia la niña. El padre NO le estaba pidiendo eso a la niña. El padre le estaba enseñando esa frase a la niña como insulto hacia otras personas. Lo que le estaba enseñando el padre a la niña es a que le dijera ella eso a otras personas (a pesar de que, obviamente, la niña no tenia polla). Pero, por supuesto, no parece que ese hecho y menos a esa edad, sea una enseñanza adecuada para la niña.

Por desgracia, como hemos comentado muchas veces, no existe un examen para ser padres (aunque ahora creo que existe uno para tener mascotas, cosas de este país…).

Cuando le conté la anécdota a Don Quijota me preguntó si yo no hice nada en aquel momento. Yo le explique a Don Quijota que estaba allí con mi hijo de pocos meses y con mi mujer, en un centro de salud que tenía un guarda de seguridad armado (y que estaba allí por algo), y que, sinceramente, no creí que fuese fuese buena idea generar problemas en ese ambiente. Sin embargo Don Quijota me dijo que esa educación no era apropiada para esa niña y que a ella le hubiera gustado que alguien hiciera algo. Me decía que podía haber denunciado, que podía haber avisado al guarda, que podía haber avisado a alguien del centro…

Un par de días después de la cita en la que estuvimos comentando esta anécdota recibí un mensaje de Don Quijota, me decía sencillamente que no nos veríamos más. Que ella no veía posible tener una relación con alguien que un momento dado no hizo nada por aquella niña.

He estado años sin realmente entenderlo. Sinceramente, he seguido pensando muchas veces que en aquel momento no hubiera sido una buena idea decirle algo a aquellos padres y poner en riesgo la seguridad de mi hijo enfrentándome al tipo de personas que eran ellos (por su cultura, por su etnia, por su comportamiento).

Pero desde hace unos meses, debido a las incompatibilidades con yo mismo he encontrado en otras personas, entiendo perfectamente lo que Don Quijota sintió en aquel momento y me acuerdo de aquel momento con frecuencia. Estoy seguro que ella no pesaba que yo fuera mala persona, pero sí tenía claro que yo no era el tipo de persona que ella quería tener a su lado.

El simple hecho de no entender por uno mismo la importancia que tienen algunas coas para otros, o el simple hecho de no darle la misma importancia a alguna cosas, nos hace inválidos para algunas relaciones. No es ya ni siquiera una cuestión objetiva sobre qué es bueno o malo (porque eso es subjetivo), sino la imagen que eso refleja de nosotros. En aquel momento yo fui cobarde porque para mí esa niña no era tan importante como lo era para Don Quijota y eso, me guste o no, es una realidad.

Y que a día de hoy yo pueda seguir pensado que quizá podría volver a no hacer nada en otra situación similar vuelve a reflejar que desgraciadamente yo no le doy la misma importancia que Don Quijota a cosas que para ella sí lo son. Y eso, a sus ojos, vuelve a convertirme en un cobarde y es algo que tengo que aceptar porque es una realidad.

Pero lo importante es que ahora lo entiendo. Ahora entiendo perfectamente que para Don Quijota eso fuera inaceptable. Por mucho que yo intentase explicarle entonces los motivos por los que no hice nada en aquel momento (ni porque pudiera ser peligroso, ni porque el ambiente de ese centro fuera hostil, ni porque puede que el guarda hubiese pasado de mí…), ahora sé que todo eso no importaba, porque intentar evitar lo que le estaba sucediendo a esa niña en aquel momento era obligatorio para ella. Y no hacer nada era ser cómplice del hecho.

Mi mejor recuerdo para Don Quijota.

Algún día contaré más anécdotas de sus batallas constantes. De su lucha contra las presiones religiosas, contra los funcionarios poco diligentes, contra los sexismos, contra los comportamientos poco cívicos…. Algunos combates me admiraba como los resolvía y otros muchos me parecían una exageración que no merecían haberles dedicado tiempo y fricciones con otras personas, pero Don Quijota siempre tenía energía para luchar contra todo lo que se saliera de su idea de justicia. Admirable capacidad, pero muy difícil de compaginar con alguien que no va al compás. Al final, para bien o para mal, fui yo el excluido por cobardía y no ella por luchadora agotadora.

Como ejemplo contaré de forma muy resumida la anécdota del médico de cabecera que no quería hacerle un análisis.

Don Quijota se encontraba mal. Y a pesar de que según el médico y según los últimos análisis, no le pasaba nada, ella no estaba convencida y quería que el médico le repitiese los análisis. Tras discutir un poco con el médico en la consulta este le dijo “si no le gusta mi servicio, en el mostrador de administración de fuera puede usted pedir el formulario de cambio de médico…”. Don Quijota, lo pensó un momento y le respondió “eso es lo que usted querría, que yo me cambiase de médico para librarse de mi y que yo ya no le diese más problemas. Pero eso no va a suceder. Usted va realizar su trabajo y me a solicitar de nuevo los análisis y las pruebas necesarias para averiguar porqué yo no me encuentro bien. Y si no lo hace, lo que voy a hacer es pedir en el mostrador de fuera la hoja de quejas y voy a poner una queja formal contra usted…”. Así era ella y así espero que siga siendo, aunque algunos no la entiendan y aunque algunos no seamos compatibles.

Dedicado a K.

Imagen generada por IA con las características indicadas.

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Indeseables, luchadores y cómplices.

Hubo un tiempo en que tener esclavos era normal y aceptado. Pero nadie entendería ahora que un esclavo de la época pudiera ser amigo de una persona que a su vez fuese amiga de su propio negrero. No tendría sentido.

Hubo un tiempo donde se podían matar judíos o gitanos simplemente por el hecho de serlo, y algunas personas hasta se sentían orgullosas de hacerlo. Y, al mismo tiempo, a otras personas eso les parecía horrible. Algunas de esas personas a las que eso les parecía horrible, lucharon contra eso. Pero otras muchas simplemente no hicieron nada, posiblemente porque no tenían amigos judíos o gitanos. A las que no hicieron nada, ahora se les llama colaboracionistas, porque no se rebelaron.

Hoy en día, en muchos países se puede pegar a las mujeres y a las esposas, y eso es algo aceptado. Pero en otros muchos países eso parece malo y no está permitido. En esos países donde ese maltrato a la mujer no está aceptado, suele hablarse mal de aquellas personas que aceptan a los hombres que son maltratadores, o que simplemente aceptan esa cultura maltratadora. A esas personas hoy día ya se les considera también cómplices.

Sin embargo, también hoy día, en muchos países se permite y se facilita que algunas mujeres se aprovechen de los hombres. Es algo aceptado y pocas personas lo rechazan. Algunas personas, incluso, confunden a esas mujeres con víctimas reales. Será la historia la que señale de nuevo a los indeseables, a los luchadores y a los cómplices. Mientras tanto, no es coherente que un hombre maltratado tenga amigos que se relacionen con ese tipo de mujeres. No es como un esclavo negro amigo del amigo del negrero, pero se parece mucho… demasiado.


P.D.: y todavía podemos añadir algo de humor negro.
Se imaginan al esclavo preguntándole a su amigo -pero tío, ayer que fuiste a cenar con mi negrero?
-Sí, tío, es que había quedado con otros amigos míos y yo quería verlos.-
-¿Y alguno le sacó el tema de los latigazos y eso?-
-No hombre no, esas cosas son muy incómodas. Yo creo que eso tiene que arreglarlo cada uno en el tribunal de negros. Si el tribunal ha dicho que lo vuestro está bien, es que no puede ser tan malo ¿no?-…

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Tener derecho (o ser legal) y ser justo, no es lo mismo.

La gente tiende a confundir lo que es justo con aquello que es legal o con aquello a lo que se tiene derecho y, desgraciadamente, son cosas muy diferentes.

Un señor okupa mi casa. Demando al Okupa. El juez decide que puede seguir okupándola porque la ley lo ampara. ¿Es justo? No, pero es legal.

Un día estoy estresado, o borracho o aburrido, paso al lado de un coche y le rompo un cristal. El dueño me denuncia. El juez decide que soy inocente porque no se puede probar lo contrario y la ley me ampara. ¿Es justo? No, pero es legal.

Estoy divorciado. La madre de mi hijo ya no debería cobrar ninguna pensión. La demando. El juez interpreta que debo seguir pagando porque la ley la ampara. ¿Es justo? No, pero es legal.

Un día me encuentro al okupa en la carretera con una avería pidiendo ayuda. ¿Me paro a ayudarle? No.

Un día el dueño del coche que rompí me encuentra en la carretera con una avería pidiendo ayuda. ¿Se para a ayudarme? No.

Un día me encuentro a la madre de mi hijo pidiendo ayuda en la carretera. ¿Me paro a ayudarla? No.

Un día me encuentro al okupa en el mirador de un acantilado. No hay nadie más. ¿Lo empujo y que se mate? Podría ser.

Un día el dueño del coche al que rompí un cristal me encuentra en el mirador de un acantilado. No hay nadie más. ¿Me empuja y me tira? Podría ser.

Un día me encuentro a la madre de mi hijo en el mirador de un acantilado. No hay nadie más. ¿La empujo y que se mate?…

Un día mi hijo me presenta al padre un amigo. Es el hombre que okupó mi casa hace años. Nos invita a una celebración. ¿Iría yo? ¿querría que fuera mi hijo?

Un día mi hijo me presenta al padre de un amigo. Es el dueño del coche que yo rompí hace años. Los invito a cenar. ¿Vendrían ellos? ¿querría el hombre que su hijo viniese a mi casa?

Un día la madre de mi hijo me invita a una celebración con mi hijo. ¿Iría yo? ¿querría que fuera mi hijo?

Cuando la persona injusta es la madre de un hijo, parece que “la gente” no ve las cosas igual. Pero deberían serlo. Es exactamente igual de injusto.

Más sorprendente aún es ver como la gente se queja de que un padre que haya maltratado a la madre tenga todavía derecho a ver su hijo. Y sin embargo no entienden que un padre maltratado no quiera tener ninguna celebración ni acto conjunto con una madre.

Justo y legal muchas veces no es lo mismo. Pero todavía hay mucho tonto suelto que ni siquiera con los ejemplos lo entiende.

Saludos.

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La responsabilidad de las situaciones históricas.

Hace poco me comentaba de nuevo una amiga que cada vez se sorprende más de lo básicos y poco inteligentes que somos los hombres. Su comentario no era grave, no era más que otra forma de expresar eso que ya se resume, y se asume como cierto, desde hace muchos años en dichos conocidos como el de que “dos tetas tiran más que dos carretas” o a aquel que dice que “los hombres pensamos con la cabeza de abajo”.

No diría que me amiga sea una feminista radical, de esas tan abundantes hoy día que proclaman que el hombre es inferior y malo por naturaleza, y al que hay que combatir con leyes toda su malignidad innata. Pero si puedo afirmar que mi amiga es una férrea defensora de los avances en la igualdad de las mujeres. Defensa que, en muchos casos nos lleva a opiniones o posturas muy diferentes. No porque yo no crea que debe avanzarse en la igualdad real de las mujeres, sino porque creo que los avances en la igualdad no deben confundirse con afirmar que el hombre es malo o inferior por naturaleza y mucho menos con querer hacernos creer que los hombres actuales debemos de pagar por una situación generada por nuestros ancestros (abuelos y abuelas, padres y madres).

No, no estoy de acuerdo. Ni el hombre es malo por naturaleza ni es más básico que la mujer ni yo tengo por qué pagar por una situación que he heredado.

Así que, en ese contexto, y ante el comentario de mi amiga, se me ocurrió (y en ese mismo momento se lo pregunté a ella), que ¿cómo era posible que, siendo el hombre más básico y poco inteligente que la mujer, hubiera sido capaz de mantener sometida a la mujer durante tantos cientos de años?. No creo que haya que aclarar que la pregunta no fue de su agrado. Aún así, rápidamente, me respondió que ese sometimiento había sido por la fuerza bruta…

Pero claro, esa respuesta no es tan trivial porque, a mi corto entender de hombre, ese sometimiento por la fuerza bruta solo puede deberse entonces a dos motivos. Uno, que el hombre no es tan básico o poco inteligente como para que la mujer, con su complejidad e inteligencia superior, no haya sido capaz de superar esa sumisión en cientos de años. O dos, que esa sumisión que han soportado las mujeres no ha sido una situación tan mala y desfavorable como para que las mujeres hayan querido usar su inteligencia superior para cambiarla en todos estos años (o al menos no ha sido tan malo para una mayoría de ellas).

Por supuesto, ninguna de las dos alternativas de mi razonamiento fueron tampoco de su agrado pero, sorprendentemente, de las dos opciones a mi pregunta, mi amiga se inclinó más por la primera de ellas: piensa que hay demasiadas mujeres poco inteligentes por el mundo y que eso hace que la situación de sumisión y desigualdad no cambie como debería. Entre esas mujeres mi amiga incluía directamente a todas las católicas del mundo (que sinceramente no sé cuántas mujeres son ¿10 – 20% de la población mundial? no tengo ni idea.)

Yo vuelvo a insistir en que, personalmente, creo que el punto de partida de la pregunta es erróneo y que no creo que el hombre sea inferior o más básico. Simplemente creo que, en general, los dos, hombres y mujeres, tenemos comportamientos que, desde un punto de vista moral-humano, justo y no biológico, se podrían considerar como “poco inteligentes”.

Por ejemplo, creo que las mujeres podrían mejorar en no atraer a los hombres vistiéndose de forma atractiva sexualmente para poder centrarse en buscar hombres a los se les gane la atención de otro modo que no sea el sexual. Pero claro, esto es un comentario que muchas mujeres califican de machistas porque dicen que la mujer puede vestirse como quiera y que además ellas se ponen guapas para ellas mismas y no para los hombres. Y yo en ningún momento he dicho que no se puedan poner guapas o como les de a gana; solo afirmo que, destacando en belleza, vas a atraer a hombres que se fijen en eso y no a hombres que se fijen en otras cualidades más humanas. (Pero la culpa es del hombre, que es muy básico y solo se fija en lo que se fija. Que cambien ellos y solo ellos…)

O también, por ejemplo, creo que se podría trabajar mucho en que las mujeres sean más conscientes de que muchas veces se fijan de forma inconsciente en el coche o los bienes de un hombre en vez de en su humanidad. Aunque está afirmación también habrá pocas mujeres que la acepten: ellas siempre se fijan en la persona, faltaría más…

No discuto, simplemente creo que es mejor para todos pensar que todos, hombres y mujeres, tenemos algunos “defectos” de origen biológico que podrían mejorarse, y que uno no es inferior o menos inteligente que el otro.

Sea como sea, sin entrar en esa discusión interminable, lo que me interesa es el hecho de que al final la respuesta de mi amiga es la opción más cercana a mi postura. Es decir, yo opino que ambos, hombres y mujeres, se podrían considerar como “poco inteligentes” en muchos aspectos; y mi amiga piensa lo mismo pero aplicado solo a muchas otras mujeres… es decir que el resto de mujeres (incluyéndose ella) sí siguen siendo de algún modo superiores a los hombres…

Y horas después todavía no he podido dejar de darle vueltas al hecho de que las personas siempre tiendan (tendamos, me incluyo) a excusar nuestra responsabilidad de las situaciones históricas a las que hemos llegado. En este caso se defiende que las mujeres han estado años y años sometidas por culpa de los hombres y solo de los hombres, o por culpa de los hombres y de muchas otras mujeres. Pero ya está, no hay ninguna otra razón para haber llegado a esa situación. Solo se quiere ver la culpa de alguien y además excluirse uno mismo de su responsabilidad.

Pensando en esto, he elaborado el siguiente ejemplo: La sumisión de los perros.

Creo que la mayoría podemos estar de acuerdo en que, en general, los gatos son más ariscos e independientes y los perros más cariñosos y sumisos. Por supuesto, hay gatos a los que les gusta estar mucho tiempo encima de una persona y perros que miran poco a su dueño. Pero, en general, los perros son más sumisos.

Estoy convencido de que el hecho de que los perros sean sumisos ha provocado que históricamente muchos perros hayan sufrido y que todavía hoy sufran por culpa de sus dueños. Hay perros maltratados, torturados por diversión, abandonados y ahorcados. Pero también hay muchos perros felices, contentos y mejor cuidados que muchos seres humanos en algunas partes de la tierra.

Y entonces me pregunto, si un día apareciesen algunos perros inteligentes que tomasen consciencia de su sumisión y la viesen como algo injusto. Esos perros, obviamente, iniciarían una corriente, un movimiento de rebelión hacia su opresor. Intentarían convencer a sus congéneres de que la sumisión del hombre es injusta (¡y no se les podría quitar la razón!).

Y la cuestión realmente polémica viene ahora: si de repente todos los perros pudieran votar si quieren seguir en su estado de sumisión o si quieren igualdad con los hombres y si cada perro tuviera un voto del mismo valor ¿qué resultado saldría en la votación (considerando que una inmensa mayoría de perros viven bien y solo muchos, pero menos perros, son los maltratados)?

Si sale Sumisión y ponemos a los perros a la altura de las mujeres (es decir si le damos a los perros una consciencia moral-humana), entonces los perros serían tan responsables como los hombres de su situación de sumisión, puesto que han votado y han elegido por mayoría la comodidad general de la sumisión, a pesar de se injusta moralmente.

Si sale Sumisión y dejamos a los perros como lo que son (animales sin consciencia moral-humana), entonces los únicos responsables de la situación de sumisión serían los hombres. Puesto que los perros han votado sumisión porque ni siquiera pueden llegar a entender que eso es injusto y son los hombres los que, aún sabiendo que es injusta esa situación, la mantienen así.

Ahora que cada uno saque sus conclusiones sobre qué responsabilidad tiene cada uno en su vida actual y en la situación en la que estamos. Por suerte, las feministas radicales todavía no pueden quemar un blog.

Saludos.

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(Parte 1.) Historias que no son lo que parecen y por qué España se radicaliza a la derecha…

La Montaña Rusa

Una chica está de visita por un parque de atracciones famoso. Uno de los mejores del mundo.

Durante su visita, la chica conoce a un grupo de chicos que también están de paso disfrutando del parque. Hablan un poco y deciden compartir juntos parte del día.

Mientras están por el parque, los chicos comentan que ellos quieren montarse en la Montaña Rusa Gigante. Le explican a la chica que esta es una de las Montañas Rusas donde “peor” lo pasa la gente. Al principio, la chica, lejos de intimidarse se envalentona y comenta que a ella esa Montaña Rusa no le da ningún miedo. Que puede montarse en esa y en otras cuatro más altas si hace falta.

Los chicos, muy contentos de que su nueva amiga también quiera compartir la experiencia con ellos, ponen rumbo a la atracción.

Pero, según se van acercando todos a la Montaña Rusa y se va viendo en el horizonte la altura y el tamaño de la atracción, la chica comienza a tener dudas en su interior. Sin embargo, la chica, ahora sí intimidada, pero sin querer parecer miedosa, no dice nada y sigue avanzando, acercándose cada vez más a la cola de montarse en la atracción.

Uno de los chicos la lleva agarrada de la mano. No parece que sea malo. Se podría incluso pensar que eso la tranquiliza, pero en el fondo eso a ella la pone más nerviosa porque no está segura de cómo reaccionarán sus “amigos” si comenta ahora que finalmente ha decidido no montase en la Montaña Rusa.

Parece claro que nadie puede saber lo que realmente siente la chica en ese momento. Debe ser una mezcla de miedo a la Montaña Rusa, junto con un poco de vergüenza (por el miedo a quedar como una miedosa o una niña chica), aderezado también con un miedo real a que los chicos la obliguen a su subirse a la fuerza si ella se niega ahora y ¿por qué no? seguro que también con mucha emoción y adrenalina por superar todo eso.

Pero una cosa es clara, la chica en ningún momento se negó a subirse a la Montaña Rusa y en ningún momento opuso resistencia. Así que, finalmente, la chica se sube en la vagón de la Montaña Rusa junto con sus “amigos”. El vagón comienza a ascender la rampa de inicio y en ese momento ya no hay vuelta atrás. Para los que tengan miedo (nuestra protagonista incluida) ya solo queda cerrar los ojos y chillar hasta que termine el viaje.

Desgraciadamente, lejos de ser un viaje normal de la atracción, los chicos, fieles a su palabra, se van a encargar de que el viaje sea lo peor posible y de que dé mucho miedo.

Los “amables” chicos ya se han dado cuenta de que la chica lo está pasando realmente mal y de que toda la valentía que mostraba al principio era de boquilla. Pero, lejos de abrazar o intentar calmar a su “amiga” de algún modo, continúan todo lo que queda del viaje asustándola todavía más con comentarios y gritos como “ahh, nos vamos a estrellar”, “cuidado que esto se cae”, “ooooh, el cinturón está roto” y todo lo que se les ocurre.

Es más, se podría pensar que los “amables” amigos ya han hecho esto antes y que parece que en estos casos ellos disfrutan más asustando a la joven incauta que con el viaje de la Montaña Rusa en sí.

Para rematar, cuando termina el viaje y se bajan de la Montaña Rusa, uno de los chicos le quita el móvil a la chica para que no pueda demostrar cuanto la asustaron arriba.

Obviamente, a partir de ese momento todos se separan. Los chicos continúan por su lado y la chica, un poco confusa, deambula por el parque.

Al final, una pareja de policías ve la chica en un estado raro, se interesan por ella y todo acaba en una denuncia y un polémico juicio.

Por suerte, como debía ser, a los animales de los chicos, a ese grupo de imbéciles inhumanos, los condenan.

Hasta aquí, todo más o menos claro. Pero es que es justo aquí donde empieza mi polémica.

Lo siento mucho, sí lo siento, coincido plenamente en que esos chicos son unos indeseables y unos malnacidos y, si por mí fuera, unos cientos de latigazos en público (literalmente) les vendrían fantástico para que lo recuerden de por vida. Pero, pretender que se les condene por “obligar”, por “forzar”, a la chica a montarse en la Montaña Rusa, no tiene ningún sentido para mí.

Sí, son unos cabrones indeseables, sí, abusaron del momento y se lo hicieron pasar muy mal a la chica. Pero eso es lo que hicieron, abusar de una persona en una situación concreta. Montarse en la Montaña se montó la chica ella solita y no debería haberlo hecho.

Esta es mi opinión, sí, esta es. Y resulta que hoy día decir esto en público en España significa ser un miserable y asumir que la gente te mire como a un machista, un delincuente o incluso un violador. Y al que no te mira así también lo califican igual: un machista despreciable.

Pero también resulta que como no es razonable que uno tenga que aguantar estos ataques feminazis y totalitaristas, hay mucha gente que por fin se está cansando de que esto pase. Y resulta que muchas de estas personas, incluyéndome yo, solo han encontrado refugio en partidos políticos que otros califican de “Extrema Derecha”

Así que, sí, esos partidos (o ese partido) tendrá muchas cosas malas (como todos, nada es perfecto) pero hay una cosa que sí tiene ese partido y que es muy positiva, y es que deja de aceptar públicamente que los hombres son culpables por defecto y que las mujeres no son responsables de nada.

Lo dije antes y lo repito ahora, esos chicos son unos indeseables y, como debe ser, recibieron su condena. Y, sí por mí fuera, sería más severa. Pero una cosa es aumentar la severidad del castigo y otra muy distinta es pretender igualar el hecho de “abusar” con el hecho de “obligar” o “forzar”, que son dos cosas muy distintas.

No pasa nada, yo ya sé que de momento para más del 51% de la población Española soy un machista. Ya veremos que pasa con el tiempo… de primeras algunos ya deberían empezar a revisar claramente qué defienden ellos.

Saludos a todos.

Delestos.

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Cambio de Bitácora, cambio de Blog, cambio…

Hola a todos, de nuevo meses después!

Durante más de 10, 15 o 20 años (ya no lo recuerdo), he usado Serendipiti como motor de blog y estoy muy, muy agradecido por ello pero, todo llega y ahora ha llegado el momento de cambiarse a WordPress.

Por tanto, aquí está, esta es la nueva bitácora en WordPress.

He intentado migrar a esta nueva bitácora todo lo que he podido de la antigua (incluidos comentarios e imágenes) pero con seguridad no está todo, así que, aunque sea para consulta o por pura nostalgia, el otro blog seguirá activo pero cerrado a comentarios:

http://www.delestos.com/blog/

Y, a partir de ahora, sigo en esta.

Gracias a todos 🙂

Saludos,

Delestos.

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Sobre maltratos, honestidad e igualdad…

Por circunstancias personales hace tiempo que tengo más relación con padres y madres divorciadas o separadas. Algunas se llevan asombrosamente bien con sus ex y otras terriblemente mal.

Algunas tienen la custodia de sus hijos al 100%, otros al 50%. Unos tienen los niños una semana sí y otra no, unos dos semanas sí y dos no. Algunos hasta un día sí otro no… de todo. Algunos mantiene una relación de amigos, otros simplemente cordial, otros solo con respeto y otros siempre acompañados de un tercero (porque la relación entre los padres es terrible).

Hace poco he conocido un caso de una chica que es maltratada por su ex. Cuando firmaron su convenio de divorcio la relación era aceptable y acordaron pasar juntos con su hijo un día al mes para que su hijo pudiera disfrutar de ambos padres a la vez.

Desgraciadamente, ahora el padre aprovecha esos días de familia para maltratar a la madre. Un insulto, un guantazo, un empujón. Nada “grave”, sin marcas, algo “llevadero”.

Obviamente la relación entre ambos ya no es la que era, ahora es terrible para ella. Pero ella no denuncia ni hace nada porque su hijo está contento de verlos a ambos y no quiere que las cosas cambien.

Claro que muchos de sus amigos le dicen que eso no tiene sentido. Que esa situación tiene que acabarse.

Otros, en cambio, la entienden perfectamente y la animan a seguir así y a que no le de importancia a esas agresiones. Total, si realmente apenas te hace daño. Si realmente él no lo hace por maldad. Si es verdad que se ve que el padre lo quiere con locura y el niño apenas percibe nada. Lo mejor es que sigas aguantando así. Haces el paripé ese día y, si algún día se pasa un poco, te pones maquillaje.

A mi me cuesta ver ese segundo punto de vista pero parece que no es tan raro.

El problema es que ella no es una madre. El problema es que en este caso el maltratado es un padre. Y no es maltratado físicamente, no. Es maltratado económicamente, psicológicamente.

Claro, visto así parece distinto ¿verdad? pero. ¿de es verdad distinto?

En el momento del divorcio, cuando la relación era aceptablemente buena entre los padres, este padre acordó pagar todos los gastos de su hijo y además pagarle a su ex una pensión. Este padre lo hizo así porque era lo mejor en aquel momento, porque la madre no trabajaba y porque tenía miedo de perder parte de la custodia de su hijo.

Ahora la madre trabaja pero no consiente que se le retire ni se le baje la pensión.

Cada mes este padre debe seguir pagando porque la ley entiende que él llegó a ese acuerdo voluntariamente y no se puede probar que la madre se esté aprovechando, ni que lo tuviera todo premeditado cuando preparó el acuerdo de divorcio, ni que eso sea una falta de honestidad por su parte. Además, esa carga económica para el padre es “llevadera”…

No importa si el padre apenas llega a fin de mes y lleva meses consumiendo los ahorros de su familia. No importa si el padre tiene que trabajar más horas que la madre. Él firmó ese acuerdo voluntariamente, igual que la madre de la primera historia firmó voluntariamente ver a su maltratador una vez al mes.

El padre no puede probar nada, igual que la madre de la historia anterior no puede probar que la agredan.

Pero la mayoría de la gente lee la primera historia y no entienden por qué algunos amigos la animan a aguantarse. Sin embargo cuando se trata de pagar en la segunda historia… ahí sí son muchos los que sí animan a que el padre no haga nada y siga aguantando. “A no hacerse mala sangre” animan algunos. “A no pelear por orgullo” dicen otros. Porque toda esa pelea no hace más que perjudicar la relación y por tanto al menor, concluyen todos.

Y así nos va. Pidiendo IGUALDAD de genero cada día para que a unas no les peguen pero sin hablar de aquellos a los que les roban con la connivencia de la Ley. Un auténtico sinsentido.

Yo desde luego lo tengo claro, respeto la opinión de todos pero, a los que no entienden que los dos casos son una agresión, simple y tristemente los aparto de mi lado.

Siento que algunos fueran amigos antes pero, aquellos que no entienden que la discriminación positiva no es más que una aberración, no los quiero cerca mía. Aquellos que siguen pensando que ese ex que pega a la madre una vez al mes es buena persona y siguen teniendo relación con él, o a aquellos que piensan que esa madre que roba una vez al mes es buena persona y siguen teniendo relación con ella; lo siento, pero no los quiero cerca mía.

Aceptar, exculpar, consentir… todo eso es ser cómplice.

Si alguien maltrata, hombre o mujer, sin piedad, pero para todos, no solo para un género.

Saludos a todos.

Delestos.

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Jessica Jones. Una heroína absoluta y humana, muy humana.

Jessica Jones scene

Jessica Jones NetFlix Logo

A la altura de Band of Brothers, The Soprano, Life, Dexter, Breaking Bad, Mad Men, True Detectives o Fargo.

Todas ellas series diferentes. Todas ellas series más o menos lentas, más o menos violentas y más o menos largas. Pero todas buenas series con buenos actores y buenos guiones y personajes.

Jessica Jones engancha como todas esas. Tanto, que los primeros capítulos me los bebí sin parar y los últimos no quiero verlos para que la serie no acabe.

Y es que Jessica Jones tiene algo diferente. Jessica Jones es en mi opinión la mejor heroína que se ha llevado hasta el momento a la pantalla.

Superhéroes hay muchos. El todopoderoso y casi divino Superman (con poco mérito); el más humano Batman y cosas intermedias como Spiderman. Y en mujeres… Wonder Woman, al estilo Supermán, sin excesivo mérito.

Pero Jessica Jones no es así. Jessica Jones es una chica cualquiera; con sus virtudes (muy especiales) y con sus debilidades (muy humanas), pero sobre todo con su actitud ejemplar. Una actitud que la convierten en lo que ahora se diría una antiheroína.

Jessica Jones bien podría llamarse Utopia, Eugenia, Gloria o cualquier otro nombre de mujer que cada día se levanta para luchar; para hacer lo que hay que hacer pero sin rendirse, sin autocompadecerse, sin decaer.

Y claro, esto es una serie de ficción y aparece gente mala. Y si hay que atacar o defenderse, se hace. Y esto lleva a momentos de violencia. Pero sin llegar a resultar desagradables como en True Detective.

Por supuesto también hay algo de sexo, pero nada explícito.

E, inevitablemente en este género, hay tensión; mucha tensión. Pero no tanta como para no poder dormir después, como pasaba con Dexter.

En resumen, una serie que pasa al grupo de Las Elegidas. Y un personaje que da igual si tiene poderes o no, lo que importa es su actitud. Ahora todos sabemos que sus “virtudes” bien podrían no estar y que nada cambiaría en su papel.

Disfrútenla, lo merece. Y si puede ser en inglés, mejor.

Saludos.

Darío.

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