Hace más de 15 años, cuando tenía 16 ó 17 años compré mis primeras botas Chirucas para hacer el Camino de Santiago.
Eran unas botas sencillas, con parte de cuero y parte de nylon. Hoy en día todavía las uso a veces en el campo, donde las tengo como calzado de reserva. Me quedan estrechas porque mi pie ha crecido y los tacos de la suela están gastados. Pero las botas están ahí, perfectas.
Durante esos años tuve algún calzado más de esa marca y, a finales de 2005, compré mis segundas botas Chirucas para un viaje a Argentina en el que iba a pasar por Ushuaia.
Estas segundas, por su destino, me las recomendaron en una tienda de montaña: buen precio, suela termosellada (impermeable) y muy cómodas. Tan cómodas que luego han estado en Inglatera, en Francia, en Portugal, otra vez en Argentina (en Patagonia y en Iguazú) y en todos los veranos o salidas a campo por España.
Han aguantado tierra, lluvia, hielo, hierba, barro y arena de playa.
Curiosamente, hace un par de meses, descansando de una excursión por el Guadiamar, por lo nuevas que parecían, pensaba en cuando tendría que cambiarlas por otras. Todo el exterior estaba perfecto, ni un raspado y ni un roto; el interior parecía nuevo y sólo la suela tenía los tacos algo gastados, pero vamos, lo normal.
A la vuelta de esa misma excursión, noté que algo se me había enganchado en la suela y cuando miré descubrí que no era así, que era la propia bota. Por alguna razón, una parte de la suela se había despegado y colgaba del pie.
El trayecto de vuelta de la excursión estuvo marcado por mi sorpresa ante la casualidad de los pensamientos previos y por la tristeza de que estando “nuevas” les hubiera pasado eso a las botas y que ahora tuviera que buscar otras similares.
Además, debido a la cercanía del verano y de las posibles actividades vacacionales, era un poco fastidioso.
Dediqué unos días a buscar unas sustitutas. Mi idea, desde luego, era que también fueran Chirucas y ya estaba casi decidido a comprar el mismo modelo o uno que había visto un poco más técnico y que me había gustado, pero la duda de si con el tiempo podría sucederles algo similar me frenaba.
Las primeras duraron más de 10 años; las segundas, estando nuevas, sólo 5 ¿estará afectándoles la sociedad de consumo? ¿podría dentro unos años, estando la bota aparentemente bien, despegarse la suela de repente en un momento inapropiado?
Y esto es lo sorprendente del asunto, para quedarme tranquilo, antes de comprarme otras de la misma marca, trasladé mis dudas a calzados FAL (Chiruca). Les comenté mis impresiones y mis dudas.
Hola,
Quería comentarles que he tenido varias botas suyas, algunas las he dejado en herencia y con más de 10 años de antigüedad todavía hacen el avío de mis sobrinos.
Siempre he estado muy contento con ellas y siempre me han dejado pasar buenos momentos con el pie cómodo y bien protegido.Sin embargo, les adjunto las fotos de unas Chiruca Hunter que compré a finales de 2005. Sólo las he usado para caminatas por monte no escarpado y en algún caso con algo de nieve.
Están perfectas en todos los sentidos, las suelas no están gastadas y el interior está impecable. Pero, en una paseo de hace un mes por un arroyo, a una de ellas se le despegó, sin más, una parte de la suela del talón.Entiendo que las botas no están en garantía ni yo estoy buscando una compensación. Lo que me gustaría es que me comentarán porqué ha podido pasar eso cuando las suelas ni siquiera están gastadas y en otros modelos eso no ha pasado.
Quiero comprarme otras similares pero no me gustaría que me pasara lo mismo.
Es una pena que unas botas que están aparentemente nuevas tengan que dejar de usarse por algo así, además me preocupa que, sin ningún signo externo que lo indique, uno no sepa cuando puede pasarle algo así (y quedarse tirado en medio de un viaje).
Quedo a la espera de su respuesta.
Ante mi sorpresa, directamente me respondieron que las botas tenían arreglo, que se las enviara explicando el problema y que ellos las reparaban (sin coste) y me las devolvían (a portes pagados).
Hace unos días, dos semanas después del envío, he recibido de vuelta en mi casa las mismas botas con la suela completamente nueva en ambos casos (aunque sólo una de ellas estaba despegada).
Así da gusto comprar productos de una marca que, encima, con muy buena calidad, suele tener un precio menor que la media.
No puedo dejar de compartir desde aquí mi buena experiencia y alabar el buen servicio de esta marca.
Yo sí sé de qué marca voy a seguir comprando el calzado que necesite.
Un saludo.
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