La alegría de estar triste

Siempre me ha llamado la atención la sensación de tristeza que me inundaba cuando alguna vez tenía que despedirme de alguien con quien estaba a gusto: un amigo, una pareja, un animal. Una sensación como digo de tristeza pero que, con un poco de razón, pasaba a ser de alegría. Alegría porque estar triste por alejarse de esa persona es la prueba de que se estaba bien con ella. Es la prueba del buen rato pasado, es la prueba de la felicidad vivida. Y desde luego la felicidad vivida es una muy buena razón para estar alegre.

Uno podría estar alegre de dejar atrás a una persona de la estaba harto o simplemente incómodo o cansado, pero en absoluto es comparable con lo que se siente cuando uno piensa en lo afortunado que es por estar triste ante una despedida. Cuanta gente habrá por ahí sin poder sentir pena por ello, cuanta gente sola que no podrán añorar lo vivido ni podrán disfrutar pensando en la siguiente cita, la siguiente quedada, el siguiente encuentro, el siguiente abrazo o el regreso.

No vale igual alegrarse por dejar de sufrir que entristecerse por dejar de disfrutar: vale mucho menos.

Irse triste de un sitio es una fortuna, lo contrario no es más que un espejismo.

¿Qué piensan ustedes? ¿siguen pensando algunos que no soy tan práctico como creían?

Un saludo.

P.D.: y eso puede aplicarse a muchas otras situaciones.

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Querer y no poder…

Parece que con lo escaso de tiempo que ando y las cosas que se me acumulan para escribir en el otro apartado no voy a inaugurar esto nunca. Pero no es así. Prometo iniciar la categoría de Si yo fuera alcalde… antes de un mes. Es mucho, sí, pero mejor ser realista y cumplir que idealista y mentiroso.

Y prometo (veis ya empiezo a parecer un político de tomo y lomo) que botellódromos, cierres de Isla Mágica y proposiciones de cargos y monumentos serán tratados…

Hasta pronto,

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Sí, es meloso, pero bonito.

¿Sabes?, hubo un tiempo en que:

A veces, cuando no me quedaba ninguna razón para seguir viviendo,
quería seguir con vida para cuidar siempre de ti.

Para estar siempre al lado tuya, aunque tu no estuvieras al lado mía.
Para que cuando te sintieras sola, tuvieras compañía.
Para que cuando estuvieras triste, me pudieras hablar.
Para que cuando estuvieras alegre, no lo ocultaras.
Para que cuando tuvieras ilusiones, pudieras compartirlas.
Para que cuando te faltara algo, lo recibieras.
Para que no te pasara nada.

Aunque tu estuvieras con otro, quería seguir con vida solo para cuidar de tu felicidad.

Ese tiempo no ha pasado. Solo algunas circunstancias han cambiado, el resto sigue igual.

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Sobre escribir una bitácora.

Me comentaba hace poco una amiga que escribir una bitácora siempre era algo personal. No estoy del todo de acuerdo. Es personal en tanto que lo escribe una persona, pero no en que eso signifique que tenga que contar cosas de su persona. En este caso concreto puede que sí, que estos artículos sean muchas veces personales, pero no siempre es así.

Y me comentaba también hace unos días otra amiga que ella le había dado la dirección de esta web a algunos compañeros de trabajo y conocidos no íntimos míos ¿que si me importaba?. Ante eso yo le respondía:

Una página web es pública, que la vean ciertas personas puede resultar incómodo, pero eso es una de las cosas que ya has tenido que sopesar cuando te decides a colgar algo personal. Por suerte por ahora mi estima y mi egocentrismo me permiten pasar si se hace algún comentario fuera de lugar, amén de usar la palabra como dardo si hace falta…

Queda todo bastante clarito excepto por un detalle ¿qué pasa con la gente relacionada sobre la que al escribir de uno también se escribe?. Bueno pues en este caso yo intento mantener la discrección de todos, y el quiera identificarse como personaje de una historia que lo haga sin problemas en los comentarios; o que me deje claro que no le importa. Así cuando haga agradecimientos se sabrá quién es, y cuando lo ponga verde también…

Pero en cualquier caso no hay que olvidar que esto es público a conciencia y que toda publicidad será bien recibida y nunca censurada. Y que, desde luego, todos los comentarios serán agradecidos.

Ta pronto.

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Mi agradecimiento a…

Mi agradecimiento a…

Por ayudarme a ser mejor persona y evitar muchos de mis errores sociales.
Por mostrar siempre buena cara y animarnos sin que muchas veces lo apreciemos.
Por esa inteligencia social de la que algunos tanto carecemos.
Por tener tacto suficiente y discrección de sobra para que no nos sintamos molestos ante las verdades que nos muestra.

Especialmente, por todo eso: gracias, amiga de zapatos merceditas.

Espero que con el tiempo también podamos agradecerte tu contribución a nuestro aumento de humildad.
Y el resto de cosas más comunes que quedan por nombrar las dejamos a la evidencia.

Un saludo,

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Esos deseos humanos…

La verdad, creo que yo siempre he sido una persona bastante tolerante con las cuestiones de la movida. Reconozco que alguna vez he salido a la ventana a pedirles que se callen y, bueno, a increparles de paso dos o tres insultos. Y reconozco también haber tirado alguna vez agua a las gentes de abajo e incluso algun vaso con orines… Pero todo eso lo hacía más por divertimento que por otra cosa. A estas alturas, como yo siempre digo: ¿Cómo puedo yo quejarme si yo fui el más golfo de todos ellos?.

Sin embargo actualmente trabajo un mínimo de once horas diarias de reloj, cinco días a la semana. Que creo que es bastante. Y cuando llego un miércoles por la noche reventao a mi cama y de repente empiezo a revolverme en ella porque a la una de la mañana hay en la calle un niñato inconsciente, con ganas de hacerse el gracioso y comerse el mundo. Compartiendo su puta música de coche con todo el barrio y haciendo la jodienda, entonces… Entonces me levanto, busco los tapones, me los pongo y listo…

Pero justo antes de dormirme no puedo dejar de pensar en ello y tener ese deseo que seguro que todos habéis tenido alguna vez. Ese deseo de tener un arma.

En mi caso es muy sencillo. Me imagino perfectamente como en vez de levantarme a buscar los tapones me levanto y cojo mi bazoka de última generación de los pies de la cama, como el que coge el fogo cuando escucha un mosquito. Levanto la persiana, abro la ventana, identifico al imbécil de turno y, en un destello fugaz, termino con él, con su coche y con toda su cohorte de babosos alabantes e idiotizados. Y todo ante la mirada cercana de los muchachos de lipasam* que se muestran agradecidos con sus gestos y vienen diligentes a recoger la escoria que queda. Mucho más gustosa que los cascos de cerveza, las botellas vacias, los vasos partidos y las vomitonas y meadas de la gente, todo típico de un fin de semana cualquiera. Sin comentar la atenta gratitud de otros vecinos observantes.

Y es que claro, hoy era miércoles. La selección natural ha hecho su trabajo y ha eliminado a los que no comprendieron la sencilla diferencia entre viernes, sábado y domingo y el resto de la semana. El mundo puede permitirse golfos pero no golfos estúpidos, esos mueren en accidentes reales o son eliminados en mis sueños.

Después de todo por fin me duermo, agradecido de que en el bazar de la esquina solo tengan pastillas de fogo y detergentes y no otros porductos “de limpieza”.

No me considero una persona peligrosa, estoy seguro de que deseos e imaginaciones parecidas los ha tenido todo el mundo alguna vez… ¿o no?…

Saludos a tods.

*Lipasam: empresa encargada de los servicios de limpieza de Sevilla.

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