Vivir para trabajar…

Esta es una de esas épocas en las que me toca vivir para trabajar en vez trabajar un poco para vivir.

Por suerte el buen humor y reírse de uno mismo ayuda bastante.

Uno de mis compañeros de trabajo, un amigo muy agudo, lleva una época igual que la mía. Entramos a las nueve, él sale sobre las ocho y yo sobre las nueve, pero él ha trabajado tres fines de semana seguidos… durante ese tiempo, por puro reírse de uno mismo ha ido gestando una serie de reglas para poder “Vivir para trabajar”, solo me acuerdo ahora de dos de ellas pero, esas y la tira cómica adjunta (que también me la dio él), no tienen desperdicio:

Regla 1: corta todo el contacto con el exterior, su vida es siempre mejor que la tuya.

Regla 2: el Opencor es tu mejor amigo, hace tu mismo horario y tiene todo lo que necesitas.

La viñeta viene a decir algo así como:

– Un atracador para un hombre con un maletín por la calle.

– ¡Arriba las manos!, el dinero o la vida –dice el atracador–

– Pero hombre no ves que soy un informático –responde el hombre–

– ¿Y qué? –pregunta el atracador–

Pues que no tengo ni dinero, ni vida –responde el informático–

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Diseñador web

Por razones que no vienen al caso, hoy me he dado hoy una vuelta por una de esas web que casi nunca visito aunque la tengo en el listado de amigas. No dejo de sorprenderme.

Además de los interesantes artículos que siempre suelo encontrarme al visitarla, y de las gratas sorpresas que me llevo al verla aparecer alguna que otra vez como primera referencia de búsquedas sobre diseño en google; hoy la visita me recompensado con el simpático recuerdo de un joven compañero de trabajo con el que me peleaba por ser un absoluto entusiasta del diseño flash y del DreamWeaver que me entregaba páginas web difíciles de conjugar con el código PHP que yo usaba.

Un antiguo compañero que un día se vio iluminado por el poder de los estándares y las especificaciones del W3C (World Wide Web Consortium) y que a día de hoy es una referencia en España en diseño Web estándar y usabilidad.

Y yo tengo la suerte de que me considere su amigo.

Un abrazo Enrique,

PD: al menos siempre nos quedarán las peleas sobre que es bonito y que es feo :-p

http://conjeturas.es/

http://ervdesign.net/blog/

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Vacaciones en Sagres

Hace ya un mes que volví de un pequeño periodo de descanso en Portugal, en la todavía poco turística zona de Sagres.

No hay mucho que contar: no hay masificación, hay playa, hay costa, hay montaña, hay tranquilidad, sol un día, viento otros y se está bastante a gusto.

Cuelgo un par de fotos que dan fe de que allí no se está mal y de que allí todavía no lo hemos destrozado todo.

Saludos,

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Sueño de profundidades…

Hoy he soñado que estaba sentado en el borde de un puerto, con los pies colgando en el espigón, viendo una competición de escalada de mástiles de veleros o algo así. (Los mástiles estaban inclinados, más parecidos al espigón de proa que a un mástil).

Yo estoy sentado en el borde del muelle y le toca participar a mi amiga.

Ella va subiendo por el mástil inclinado del velero como a saltitos, mientra se agarra con las manos un cabo suelto que tiene el velero en la punta del mástil. Parece complicado pero en el sueño la gente sube rapidísimo.

El barco está al lado mía, a escasos metros del muro.

Al terminar de subir mi amiga cae al agua y yo me tiro, no para salvarla si no para nadar con ella.

No sé como, ella se empieza a hundir y entonces a mi se me ocurre explicarle que no pasa nada, que me siga y los dos comenzamos a bajar y a hundirnos. (Lo digo yo a pesar de que la tiene pinta de saber más de agua es ella).

Le explico que según bajemos aguantaremos más sin oxígeno y podremos estar más tiempo abajo y, inexplicablemente, llegamos al fondo del puerto. No es como una fosa abisal pero debe estar a varios cientos de metros de profundidad.

Nosotros estamos los dos allí abajo, aguantando la respiración, tan normales, recreándonos en el fondo.
Inexplicablemente, también hay una especie de luz amarillenta que nos permite ver todo.
La única diferencia con el mundo real es que todo es más lento y que no se oye nada.
Lo de no respirar parece de lo más normal. Curiosamente no podemos flotar, nos sentimos más ligeros pero caminamos por el fondo
sin flotar.

El fondo está lleno de cosas que se han ido cayendo del puerto, camiones, chatarra y, no sé como, una especie de casa
o granero.

Al cabo del rato llega el momento de subir. Como mi amiga parece que es nadadora o algo así y que está más acostumbrada que yo a estar en el agua, le explico que cuando empecemos a subir nos entrarán más ganas de respirar y que es probable que llegue un momento en que yo no aguante más y tenga que empezar a subir más rápido que ella.

Para subir nos vamos a uno de los bordes del fondo y empezamos a escalar por la pared, luego nos cambiamos a la pared de la especie de granero que había hundido y por una de las ventanas salimos para seguir subiendo por el exterior.

Cuando estamos subiendo vemos más gente abajo, pero ante la duda no nos paramos.

Aquí me despierto así que no sé realmente como acaba el ascenso.

Me imagino que todo sin problemas ya que el sueño ha sido de lo más relajante. Esa sensación de poder andar por el fondo con total tranquilidad, viendo todo lo que se había caído, es de los más agradable. Y esa luz amarilla clara que llegaba hasta abajo y el silencio también ayudaban.

Eso es todo, saludos a todos.

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Registrar un dominio

(Los que no sepan que es un domino ver primero nota final)

Registrar un dominio es algo bastante sencillo y la verdad es que hacía tiempo que no encontraba nada tan excitante a un precio tan razonable.

Registrar un dominio significa que el nombre que has elegido es solo para ti. Que en cualquier parte del mundo todo el que ponga las tres uves dobles más tu dominio va a llegar a la web que tu decidas. Hoy día, con la cantidad de peleas y rivalidades que hay entre paises, conseguir que todos hayan acatado esta fórmula y se hayan puesto de acuerdo en respetarla es asombroso (tanto como la misma Internet en la que deriva). Saber que por unos cincuenta euros puedes tener un nombre para ti solito y que nadie más en el universo conocido puede utilzarlo, es algo bastante excitante, al menos para mi (y no me refiero a sexualmente ;-)).

Hace poco me dio por registrar dos o tres y lo dejé cuando vi que podía ser adictivo encontrar palabras más o menos buenas que todavía estaban libres. Hace poco también regalé un dominio a una amiga y en breve espero poder hacerlo con más conocidos. Lo más difícil es encontrar una palabra que se amolde a la persona a la que se lo quieres regalar. Una especie de nick o nombre de usuario universal, tu propia marca, tu dominio, tú.

Desde aquí animo a todos lo que aún no tienen uno a que al menos piensen cual les gustaria tener, no es que sea como para comprarse unos pocos pero, por cincuenta euros el pack con el dominio, las DNS, el espacio web etc. es algo muy razonable.

Yo, si veo alguno más que me guste, seguiré coleccionándolos que nunca se sabe…

Además delestos era una palabra de apariencia normal que no tenia ni una sola entrada cuando se buscaba en google, ahora sí, ahora estoy yo :-))

Todos aquellos que no quieran hacerlo público, pero tengan interés por uno, que me lo digan, al fin y al cabo todos los años se cumplen años…

(Nota final)
Un dominio es google.com, terra.es, delestos.com, moodle.org etc.
Un dominio es un nombre (delestos) y una extensión com, es, net etc. que se registran en un organismo oficial de manera que se conviertan en tu dirección en internet. En la práctica todos los dominios se usan para poner alguna cosa en una web, de ahí que siempre exista la dirección www más el nombre del dominio, ejemplos: www.delestos.com, www.google.com, www.plumilla.net.

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La historia del castillo

Mis padres se mudaron hace tiempo a un pueblo, cerca de una mansión preciosa. Yo crecí al lado de esa casa, conociendo a todos los vecinos que pasaron por allí, y viviendo algún tiempo en ella, cuando mis padres me dejaban a su cargo. La conocía perfectamente, todas sus habitaciones, todas sus puertas, todas sus grietas, todos sus desconchones y su precioso jardín; me encantaba.

Cuando crecí un poco, hubo una vez que tuve ocasión de comprarla, pero entonces no era una buena época para mi y la dejé pasar. Y la verdad es que luego, según iba creciendo, cada vez quería más a esa casa. Mi situación mejoró, pero entonces la ocasión de comprarla no llegaba. Cuando por fin me independicé del hogar familiar me fuí a un sitio cercano y, de vez en cuando, de vuelta a mi casa, o a la salida, pasaba por delante de la mansión y la admiraba. Ya no podía hacer visitas, pero con verla bastaba. ¡Ya lo creo que era suficiente!, tanto creció mi deseo que tuve que volver a mudarme más lejos para no despreciar mi propia casa a base de compararla.

Por circunstancias de la vida hace tiempo volví a mi antiguo barrio y otra vez tuve cerca la preciosa mansión y otra vez empecé a conocer a mis nuevos vecinos. Yo nunca la había olvidado y no tardé mucho en recordar cuanto me gustaba. Sus nuevos moradores resultaron ser buena gente y cada vez les hacía más visitas, todo con tal de pasearme por su jardín, aunque no cortara ni una flor, ni acariciara sus paredes. Con el tiempo estos vecinos me comentaron alguna vez lo costoso de mantener en pie aquel castillo y la posibilidad de mudarse y, por tanto, la posibilidad de que yo les adquierese la vivienda. Pero claro, no es tan fácil. Ahora ellos llevaban allí viviendo un montón de años y la casa estaba como nunca: regada, pintaba, con su césped, el barniz de su fachada… no era como los antiguos vecinos que solo estaban un tiempo y a veces no la cuidaban como yo quisiera; esta vez era distinto. Y claro, yo me preguntaba ¿podría yo cuidar semejante monumento igual de bien? ¿tendría yo tiempo para eso? ¿sería suficiente con mi simple deseo para conseguirlo? ¿no sería mejor intentar convencer a mis buenos vecinos de que simplemente se quedaran ellos para que yo pudiera seguir admirandola al pasar? Por supuesto ayudandoles de vez en cuando en las tareas más duras y con algún detalle ocasional.

Yo me hacía todas estas preguntas y era algo complicado. No era fácil decidir que hacer: tomar ahora aquello que siempre había deseado, y que ya alguna vez rechacé, y arriesgarme luego a perderlo; o no perderlo, pero seguir sin tenerlo. Es curioso como permanecen algunas cosas en el tiempo. Como esos monumentos de piedra siguen siempre ahí marcando la historia mientras nosotros apenas los arañamos. Como esas fachadas de madera no se hacen viejas, si no que envejen y se tuestan al sol ganando encanto, mientras a nosotros si nos salen canas y arrugas.

Yo al final tomé la decisión más razonable: mientras mis vecinos pudieran seguir llevando adelante aquella agradable carga yo les ayudaría y, si algún día de verdad no pudieran con semejante tarea, entonces, si aún siguiera en pie la casa, volvería a pensar en ello. Era lo mejor. Yo seguiría velando por ella y llenándome con su presencia y, pasara lo que pasara, yo habría tenido la suerte de ser el único que vio su historia entera y que, pese a no vivir nunca allí de forma estable, la conoció y la disfrutó mejor que nadie. Arriesgar semejante joya por un deseo personal no era correcto.

Por supuesto esta decisión sería criticada por muchos. Pero loco ¿qué haces? -me dirían- una mansión como esa, la que tu querías, por fin en tus manos, y la desprecias… No, no la desprecio solo miro por su bien -les respondía- que es el mío; pues la felicidad de tenerla no compensa la tristeza de perderla. Cobardía pensarán los temerarios, pero ellos no comprenden el valor y la dificultad de mi objetivo… ni el aliento, ni la gratitud de su cuidado.

(Versión 1. 2005-07-09)

Una historia sin mucho sentido, pero con mucho sentimiento.

Saludos a todos, espero que ahora que llega el verano pueda aparecer un poco más por aquí.

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Serenidad, algo impresionante.

Hace cosa de un mes falleció un buen amigo de la familia. No pude asistir a su entierro pero no quise perderme la misa de la semana siguiente.

Me escapé un poco antes del máster pero aún así llegué tarde. Lo primero que me llamó la atención es la cantidad de gente que había en aquella iglesia tan enorme que yo desconocía. Estaba todo repleto de gente. Me fuí al final, encontré allí un asiento y lo ocupé. Desde esa posición pude observar y reflexionar. Jó, ¿cómo podía haber venido tanta gente? en las misas de difuntos (no de funeral) nunca había visto tanta asistencia. Es verdad que E. era una persona muy querida pero, verdaderamente, me asombré.

Sin embargo lo importante vendría después. Al acabar, cuando el cura dijo eso de “podéis ir en paz” añadió que la hija de E. quería decir unas palabras. Un agradecimiento a la gente por asistir pensé, pero no…

La niña, que no recuerdo su nombre, de unos veintipico años, comenzó a leer unas palabras a su padre. Con voz firme fue citando muchas de esas cosas bonitas que se dicen a los que ya no están. Con voz firme se mantuvo mientras el resto de presentes se iban conmoviendo poco a poco. Y es que las palabras dejaron de ser comunes para ser detalles muy concretos de la vida y la forma de ser de E. Yo no me suelo emocionar y recuerdo que mientras estaba allí escuchando pensaba: “joder, tengo un nudo en el estómago y soy yo ¿cómo debe estar ella?”.

Poco a poco a hubo gente que se fue saliendo emocionada, o que buscaban alguna esquina apartada donde serenarse. Pero no acabó ahí, de repente la niña dijo: “Y ahora papá voy a dedicarte una canción de esas que tu tienes. He estado revisando tus discos y he escogido este bolero* de Pasión Vega que se que te gusta…” Supongo que todos pensamos que leería la letra pero ante mi asombro la niña comenzó a cantar con voz firme desde el atril de las lecturas.

Fue simplemente impresionante. Poca gente podía contenerse y, si bien es cierto que en esos momentos la congoja es contagiosa, no hay que olvidar que ahí estuvo esa niña: hablando y cantándole al padre que hacía una semana acababa de enterrar. Ella lo hizo como su padré le enseñó: pensando con la cabeza y no con el corazón.

A la salida di los pésames oportunos, saludé a los conocidos y me fuí a mi casa sin dejar de recordar por el camino lo que acababa de ver.

Solo me queda opinar que además de lo impresionante y bonito del hecho hay que recordar que todas esas cosas que se le dicen a los difuntos conviene decirlas también en vida. Que no digo que luego no sirvan pero por si acaso.

Saludos.

* no estoy seguro de si era ese estilo de canción ni si era esa cantante, pero no creo que importe.

P.D.: con esto espero haber complacido ya a algunos. 😉

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Trabajar duro…

Muchas veces veo en las entrevistas a los altos ejecutivos y hombres de negocios, o incluso a los políticos, como hablan de los duro que trabajan para conseguir lo que son. Cómo trabajan doce y catorce horas cada día y como eso es una barbaridad.

Pero sinceramente yo creo que ellos cuentan mal. Yo creo que ellos hablan del tiempo que trabajan desde que salen de su casa hasta que vuelven por la noche. Incluyendo por tanto las horas de comidas y desplazamientos. Yo no, yo cuento las horas que hago algo de verdad sin tránsitos, ni desayunos ni comidas y aún así me sale una pequeña barbaridad.

Desde el 18 de Abril hasta el sábado 14 de Mayo he trabajado 66 horas extraodinarias. 66 horas que son equiparables a 8 jornadas normales de trabajo de 8 horas cada una. Más de una semana “extra” en un solo mes. Eso creo que está muy bien, y no me pesa porque (en estos casos yo no tengo abuela) y sé que mi capacidad de trabajo es enorme.

Pero es que además se da la circunstancia de que yo no solo trabajo mis ocho horas diarias. Realmente yo trabajo de 8 a 3 de la tarde y luego voy a un máster de 6 a 10 de la noche, de lunes aviernes. Lo cual hace que los días normales no bajen de las diez horas y media si quitamos media del desayuno/descanso. Suménle a eso el desplazamiento y la comida y no quiten el desayuno y luego me cuentan cuanto sale.
Y cuando hayan terminado añadimos en este mes las horitas extra que, claro, han salido de los fines de semana, cuatro en total, trabajando uno o los dos días hasta la noche. Y de los días que por lo que sea he tenido la tarde “libre” y la he dedicado a trabajar. Como decía mi madre un lunes (con no poca gracia por cierto) -menos mal que hoy es lunes y podrás descansar algo…- después de haber estado todo el fin de semana encerrado en la oficina.

Llevando ese ritmo de vida cada cosa ociosa es cansancio, cada salida nocturna se siente, de nadar de tres y media a cinco y comer a las cinco y cuarto como hacía antes ni hablamos. Y de mudarse de casa menos…

Menos mal que ya todo a vuelto a la normalidad del trabajador “normal” y ahora puedo volver a escribir por aquí y hacer otras cosas. Encualquier caso no me pesa, en serio, me siento muy contento con lo realizado, debe ser una especie de adicción. Pero eso sí no me toquen los mismísimos señores ejecutivos contando lo que trabajan ustedes porque dudo que tengan idea realmente de lo que eso significa. Si quieren justificarse lo que les pagan búsquense otra excusa por favor, no ofendan al trabajador español y no se les ocurra compararlo con los extrajeros (ya sean americanos, ingleses o alemanes)… les aseguro que saldrán perdiendo.

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