Muchas veces veo en las entrevistas a los altos ejecutivos y hombres de negocios, o incluso a los políticos, como hablan de los duro que trabajan para conseguir lo que son. Cómo trabajan doce y catorce horas cada día y como eso es una barbaridad.
Pero sinceramente yo creo que ellos cuentan mal. Yo creo que ellos hablan del tiempo que trabajan desde que salen de su casa hasta que vuelven por la noche. Incluyendo por tanto las horas de comidas y desplazamientos. Yo no, yo cuento las horas que hago algo de verdad sin tránsitos, ni desayunos ni comidas y aún así me sale una pequeña barbaridad.
Desde el 18 de Abril hasta el sábado 14 de Mayo he trabajado 66 horas extraodinarias. 66 horas que son equiparables a 8 jornadas normales de trabajo de 8 horas cada una. Más de una semana “extra” en un solo mes. Eso creo que está muy bien, y no me pesa porque (en estos casos yo no tengo abuela) y sé que mi capacidad de trabajo es enorme.
Pero es que además se da la circunstancia de que yo no solo trabajo mis ocho horas diarias. Realmente yo trabajo de 8 a 3 de la tarde y luego voy a un máster de 6 a 10 de la noche, de lunes aviernes. Lo cual hace que los días normales no bajen de las diez horas y media si quitamos media del desayuno/descanso. Suménle a eso el desplazamiento y la comida y no quiten el desayuno y luego me cuentan cuanto sale.
Y cuando hayan terminado añadimos en este mes las horitas extra que, claro, han salido de los fines de semana, cuatro en total, trabajando uno o los dos días hasta la noche. Y de los días que por lo que sea he tenido la tarde “libre” y la he dedicado a trabajar. Como decía mi madre un lunes (con no poca gracia por cierto) -menos mal que hoy es lunes y podrás descansar algo…- después de haber estado todo el fin de semana encerrado en la oficina.
Llevando ese ritmo de vida cada cosa ociosa es cansancio, cada salida nocturna se siente, de nadar de tres y media a cinco y comer a las cinco y cuarto como hacía antes ni hablamos. Y de mudarse de casa menos…
Menos mal que ya todo a vuelto a la normalidad del trabajador “normal” y ahora puedo volver a escribir por aquí y hacer otras cosas. Encualquier caso no me pesa, en serio, me siento muy contento con lo realizado, debe ser una especie de adicción. Pero eso sí no me toquen los mismísimos señores ejecutivos contando lo que trabajan ustedes porque dudo que tengan idea realmente de lo que eso significa. Si quieren justificarse lo que les pagan búsquense otra excusa por favor, no ofendan al trabajador español y no se les ocurra compararlo con los extrajeros (ya sean americanos, ingleses o alemanes)… les aseguro que saldrán perdiendo.
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