BsAs y Ushuaia,… (7 – Mi inmersión en la familia Jiménez-Jambrina)

A eso de la una, hora más, hora menos, me (nos) encontramos con Nacho en la esquina de Florida con Viamonte (creo recordar).

Abrazo de bienvenida, intercambio de palabras y, en unos segundos, todo vuelta a la normalidad ¿dónde vamos a comer?, ¿con quién hemos quedado?, ¿qué tal van los preparativos del enlace?, etc.

Digo normalidad porque no sé como expresar esa sensación que se tiene cuando, tras unos simples momentos, ya aceptas que estás allí como si llevaras mucho tiempo, y comienzas a pensar en las cosas comunes y prácticas del día a día y dejas, inconscientemente, para más tarde todas esas cosas atrasadas que quedan por comentar. Algunas de las cuales, al final se quedarían casi sin comentar…

El plan era recoger al resto de la family e ir a comer todos juntos… ¿family?, ¿cuál?, ¿conocía yo a alguien más de la familia de Nacho a parte de a su hermana, José y Margarita? ¿cúanta familía tenía?…

Ni siquiera en estos momentos estoy seguro de no equivocarme (mil perdones y disculpas :-o) pero resultó que éramos: una madre, dos hermanos, dos hermanas, una cuñada/cuñado. Todos con sus respectivas parejas (excepto José, Margarita y yo) y con sus respectivos niños…. bastantes vaya, para conocer así de golpe….

Y el caso es que recuerdo perfectamente que cuando me senté a la mesa del restaurante no me sentía en absoluto extraño, aunque sí bastante halagado y un poco intrigado por el trato familiar preferente que estaba recibiendo frente a otros amigos asistentes. ¿Será que por venir solo han decidido incluirme directamente en los planes familiares? Eso sí me intrigaba, pero desde luego en absoluto me incomodaba: gracias :-).

Y volvemos un poco atrás porque nos hemos saltado un pequeño trozo: ¿cómo fuimos hasta el restaurante? y ¿cómo era?.

Ya no recuerdo si me impresionó o no la naturalidad con la que “agarramos” un taxi para ir a comer a uno de los restaurantes más “pijos” de esa zona llamada Puerto Madero. Pero sí que tengo claro que cuando llegué allí pensé: creo que mi previsión de gastos se va a descalabrar ¿o pensarán invitar a esto Nacho y Caro por ser la primera comida familiar y yo me he colado?.

El aspecto del sitio era claro: de esos que yo “no” puedo permitirme. Creo que ese primero fue el Happenings. Camareros arreglados, todo perfecto, todo tranquilo… bueno todo, todo, no. Nosotros no erámos tranquilos, los niños no eran tranquilos, nosotros no íbamos especialmente arreglados (tampoco íbamos en bermudas) y sin embargo todo eso daba igual.

Y supongo que esa fue la primera vez (no había habido muchas otras ocasiones), de todas esas que vendrían después, y en las que me acostumbraría a sentir que por el hecho de ser gallego (español) iba a tener muchos privilegios y a poder hacer cosas que de otro modo no podría….

Sé que yo no estoy acostumbrado a tomar (*1) taxis en España y que por eso el hecho de tomarlos para mi siempre ha sido algo inusual que consideraba caro, pero también sé perfectamente que la sensación de tomar taxis allí era una nimiedad comparada con la sensación que tenía uno cada vez que iba a comer a uno de esos sitios que aquí raramente podría permitirme. Era una sensación peligrosamente gustosa 😉

Por supuesto, después de la comida, dimos un paseo por ese precioso sitio que es Puerto Madero. Digan lo que digan otros, para mi ese es uno de los lugares más bonitos y agradables de la ciudad (sin menospreciar a mi querida plaza de San Martín). Los que conozcan Sevilla, podrán hacerse una idea si se imaginan toda nuestra querida dársena completa (un par de kilómetros al menos), con un estilo al del paseo del Marqués del Contadero pero todo lleno de locales y restaurantes magníficos y con el encanto de la calle Betis pero mucho más lujosos.

Paseando, paseando, en busca del café, recorrimos un buen trecho hasta una terraza lejana. Nos regalamos otro buen capricho con una copa, un café o un dulce al aire libre y al sol de la primavera de allí, y a las vistas del paseo. Y luego comenzamos a volver.

Aclaremos antes de seguir, que al final todo se pagó de forma equitativa a partes iguales, y que el lujo allí es barato. Unos 50-60 pesos todo, es decir unos 20!! euros en total. Como decía, peligrosamente gustoso 😉

No recuerdo que hicimos en medio, pero sé que a casa llegamos por la tarde más bien tarde, a eso de las ocho. Y que para entonces todavía me queda contar la cena, que gran descubrimiento, un amor a primera vista será eso… Y la presentación de mis anfitriones por unos días, los vecinos de Nacho, Ceci y Pato, que también son ya de la familia.

Así que llevamos siete capítulos y aún no ha acabado el primer día… gracias por vuestra paciencia 🙂

Hasta más pronto que antes, espero.

*1: hay que insistir en que allí no se “coge” casi nada…, allí las cosas se toman o se agarran 😉

3 Replies to “BsAs y Ushuaia,… (7 – Mi inmersión en la familia Jiménez-Jambrina)”

  1. Es cierto que a lo bueno uno se puede acostumbrar en seguida, algo bastante peligroso, pero es lo chulo de los viajes, que por una-dos semanas puedes cambiar de hábitos totalmente (tomar taxis, ir a restaurantes caros, caprichos varios…)pero al volver a tu ciudad ser el mismo de siempre con sus costumbres y pretensiones.

    Muy chulas las últimas entregas del viaje. A este paso la crónica va a tener más capítulos que Falcon Crest, pero bueno, es agradable de leer tanta minuciosidad y detalle, al fin y al cabo es todo lo que te ha ido llamando la atención.

    Espero con impaciencia saber cómo pasaste la primera noche, cómo te cepillaste los dientes en Argentina, cómo son los desayunos…;-) (bromas aparte, me está gustando tu crónica, de verdad)

  2. Otra cosita, tengan en cuenta que los fallos y faltas de los que habla Jesús existían, lo que pasa que los he corregido 🙂 (espero)

    y tengan el cuenta que justo antes de este está el capítulo 6, que me da que alguno no se ha dado cuenta 😉

    Saludos a todos.

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