Sobre la felicidad, la libertad y la muerte (2)

Puedo imaginarme perfectamente (y que me perdonen los que saben con certeza lo que es) como debe sentirse un tetrapléjico, una persona incapacitada de toda forma de movilidad. Y con esa certeza expreso aquí, ahora, que, si se diera el caso, estoy convencido de que trataría de acabar con mi vida de forma voluntaria y sin involucrar a nadie. Y lo digo ahora para que no guardéis entonces ningún tipo de resentimiento ni sentimiento de culpa, si no de felicidad. Y digo de felicidad porque en el tiempo en que viví fui una persona profundamente feliz, con mis tiempos de tristeza, sí, pero profundamente feliz. Sobre todo últimamente, porque, la felicidad, también se aprende. La felicidad es algo que puede sentirse pero también encontrarse. Algunos tienen la suerte de hallarla en el camino y otros deben buscarla, pero todo el que quiera puede encontrarla y eso hice yo. Y eso es lo que hay que recordar.

Buscar la felicidad es fácil, solo es necesario valorar las cosas que se tienen. La infelicidad viene producida por el deseo de cosas que no tenemos y que, por lo general, no son en absoluto necesarias. Es más, si no supiéramos de la existencia de esas cosas que deseamos nuestra vida seguiría igual pero, por alguna razón, nos empeñamos en querer tenerlas. Debemos razonarlo y aceptarlo. Esto no significa que no debamos tener ambiciones para el futuro, significa que debemos ser dueños de nuestras ambiciones y no dejar que nos posean. Hay que alegrarse por lo que se consigue pero no entristecerse por lo que no se tiene, ni siquiera por lo que se pierde. Y siempre hay que acordarse de que lo que se tiene es mucho más de lo que tienen otros que también son felices.

Después de ver lo afortunado que era en todos los sentidos tomé esta decisión, plenamente consciente: no quiero vivir impedido.
Ahora vosotros debéis aceptarla y seguir vuestro camino con alegría, como he hecho yo con el mío. Olvidando la tristeza del fin y recordando la felicidad vivida.

No vale decirme que en ese estado también se puede encontrar la felicidad, no vale preguntarme: ¿por qué no la buscas como tu dices? Porque, hay una excepción, un detalle fundamental: la libertad y la independencia.

Cuando uno no puede valerse por si mismo, cuando uno depende de otra persona, cuando uno necesita de otro que te mantenga con vida, sin esperanza de que eso cambie, entonces, uno no tiene libertad y debe tener derecho a renuciar. Y eso he hecho yo, he decidido que mi felicidad debe depender solo de mi y no de alguien que me mantenga. Si no hubiera conocido la felicidad seguramente mi decisión sería otra. Pero ahora ya sé lo que es y tengo el derecho y la libertad de elegir lo que quiero.

Y en cualquier caso, incluso con libertad e independencia, podríamos discutir si se puede encontrar o no la felicidad pero el derecho a decidir sobre uno mismo para mi sigue siendo indiscutible.

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